viernes, 31 de agosto de 2012

Yaremis

Hace dos días ella fue asesinada por su esposo, el padre de su hijo, un niño de 6 años que corrió pidiendo auxilio para su madre.
La recuerdo viviendo una vida difícil desde que era una niña, padres separados, carencias, relaciones marginales de las que no supo o pudo escapar.  La persiguieron los malos tratos de los hombres que tuvo y la pobreza de una vida que malvivia.  Quizás su único aliciente fueron los hijos que trajo al mundo.
Hace mucho tiempo que solo intercambiábamos un saludo lejano, teníamos caminos diferentes.  Ni recordaba su nombre.
Y de pronto, recordarlo fue un mazazo en la cabeza, la volví a ver en la escuela, callada con sus ojos de mirada profunda y triste, recordé el día en que padre orgulloso le contaba a mi mamá que a la niña la habian escogido para formar parte de un equipo de gimnasia y ella, al saberse elegida al fin, para algo lindo sonreía.  Me vinieron a la mente todas las veces que la ví, parada en la puerta del solar donde vivía dejando pasar las horas, lo cuentos de los vecinos de las golpizas que le daba el marido de turno, su saludo entre tímido y alegre cuando nos cruzábamos.
Y recordé su nombre porque supe la tragedia.  Nunca la pensé tan lejos.  Nunca la imaginé tan triste.