miércoles, 20 de abril de 2011

De la gente que se pierde y se cree cosas.



Escuchando el sonsonete de cierta persona y a la que le gusta hablar sin parar, me quedo maravillada con la cantidad de boberías que la gente tiene en sus cabecitas huecas y superficiales.



Para el final, nos reserva el tema de la comida, que si los vegetales y las frutas, lo que se puede mezclar y lo que no, hasta que llega al punto: "Bueno, de todas formas nosotros en casa no comemos mucho porque somos dos creadores (ya saben, palabra mágica que lo transporta al reino de los elegidos) y no podemos perder tiempo en cocinar.



Creador? Qué piensa esta persona cuando se dice creador? El resto de los pobres mortales somos tan obtusos y como no tenemos ese don mejor perdemos el tiempo con el caldero y el cucharón? O es que cocinar es una tarea inferior no apta para "creadores"? Pero, al mismo tiempo, si no cocinan, no comen. A lo mejor el hambre los inspira.



Pienso que todos tenemos la capacidad de crear, cada cual en su mundo y en lo que le interesa. Pero su comentario no me hubiera molestado sino le hubiera notado un tonito de superioridad, de gente creída.



Ahora mientras escribo esto me sonrio porque me viene a la mente Mariana, que si hubiera estado cerca, armada con un cucharón le hubiera dado un buen golpe en la cabeza.

Corta aquí: peleadas. Corta aquí: AMIGAS



En esto del Facebook he encontrado tres amigas, amiguitas de la infancia, buenas amigas de mis tiempos de la escuela primaria. Nos perdimos la pista por una razón u otra, las vida nos llevó por caminos diferentes y el viento nos dejó regadas por el mundo, quién lo iba a decir? Pero ellas siempre han estado ahí, en mis recuerdos junto con la maestra Emérita, la pañoleta y la boina, las clases de Educación Musical con los "profesores invisibles", la merienda de refresco y masarreal, el receso y el juego de las cintas.






Juntas aprendimos a leer, escribir y sacar cuentas. Fuimos a Tarará, cantamos eso de : "es el tren pionero que va por todo el mundo buscando pasajeros", nos reunimos en casas de estudio, preparamos obras de teatro. Nos peleamos y amigamos cientos de veces.






Hemos crecido (como Fantito) pero no creció nuestro nombre. Seguimos siendo Olguita, Nury, Raymi y Mery aunque peinemos canas y en nuestra memoria suene cada vez más lejanos aquel juego infantil a cuatro manos: seis, seis, seis, treinta y seis , piña, aguacate y mamey.